domingo, 19 de julio de 2020

V: EL COLAPSO DIGITAL. Reflexiones del Mercado de la Lectura




 REFLEXIONES EN TORNO A LA LECTURA, LOS LECTORES, EL LIBRO, LAS EDITORIALES, LAS LIBRERÍAS, LA ECONOMÍA, EL MERCADO Y LA POLÍTICA  PÚBLICA EN LA MATERIA V

El Colapso Digital I

Quienes marcan la agenda a la hora de hablar del futuro de la tecnología
… son en gran medida los promotores de nuevos productos tecnológicos
Wacjman J. “Esclavos del tiempo”
1. Antecedentes

1.1 “Existe un falso dilema en torno a la lectura, los libros, empresas editoriales y las librerías, que acapara la atención de una buena parte de los interesados… en el Mercado de la Lectura.
Parece que es urgente resolver los asuntos de economía y de tecnología, para anticipar el porvenir del medio (y el soporte del medio), la causa primera o material: el Libro; en que se habrá de llevar a cabo el objeto de ella, la causa formal: la Lectura; sin entrar a discutir la causa final del proceso: la formación de lectores, el acceso al conocimiento, la palabra escrita, la comunidad política, la felicidad del Estado.
Se invierten las partes y entonces la robótica, la cibernética y la informática adquieren patente de corso sobre un tema que es ante todo político, porque trata sobre la naturaleza mayor de la humanidad, que es la palabra.” (Librería LibrArte en el 1er Foro sobre Políticas Públicas de la Red del Libro. Problemas críticos y soluciones factibles, Febrero 2019, CANIEM) 
En el orden acostumbrado: Arturo Ahmed, Alma Cáceres, Luis Guillermo García Ruiz y Fritz Glockner
1.2 “Cuando la Feria de Fráncfort despertó en 2018, el libro de papel seguía ahí. Y no como el recuerdo de un dinosaurio, sino en el centro del sector. En 2008, una macro encuesta de la organización entre mil editores de 30 países, marcó 2018 como el momento en que el libro electrónico superaría en volumen al negocio tradicional. Así tituló este diario… a cinco columnas: El libro digital ganará al papel en 10 años.” (Carlos Geli, El País, 13 octubre 2018)

2. Introducción
Le llamo Colapso Digital al fracaso estrepitoso de un modelo comercial fraudulento que como las pirámides de Ponzi, son esquemas de probada y elemental trampa y robo, al que siguen acudiendo todos aquellos que apuestan a la rapidez, a la fe y las creencias, la ambición, a la ingenuidad, la soberbia y vanidad.

Que el Colapso Digital anida en los vicios e incontinencia de los creyentes, en las carencias e imperfecciones supuestas a la condición humana, en los defectos de carácter o ética de las mayorías, la mala educación, el clasismo social, la falta de humildad, la pereza e intemperancia, en la servidumbre voluntaria y esclavitud  silenciada… la que no se quiere ver ni reconocer.

El Colapso Digital es reflejo de la crisis humanitaria, de la crítica humanidad, de la derrota anticipada, de las pasiones localizadas en el bajo vientre, en los apetitos nutritivos y carnales. Es la humanidad que ha claudicado ante la naturaleza de las cosas, incapaz de razonar de otra manera que no sea el de la dependencia y sujeción al “Gran Hermano”

El Colapso Digital es consecuencia lógica y determinante de la hegemonía global alcanzada por el imperio de las oligarquías, por el predominio del comercio, el triunfo de la mercantilización de la vida misma, la pasión por el tener, la avaricia y codicia como sinónimo de éxito, el mundo futuro y la especulación.

El Colapso Digital es una metáfora, un sofisma construido sobre premisas inverosímiles, una medalla que se cuelga, un pasaporte al mundo moderno, un destino manifiesto, una pandemia.


3. Tópicos
Hay que acudir al expediente de la lógica para sortear la tormenta perfecta. Parafrasear al multicitado Tito Monterroso, para reírse a carcajadas batientes y sonoras del mundo editorial: “cuando despertaron, el libro todavía estaba allí”


Es topar con la sensibilidad de las pieles de los controladores de la cadena del libro y la lectura, y sus achichincles dedicados a la vendimia selectiva y restringida de los libros, quienes ipso facto vetan a todos los que no opinamos igual a ellos.

Son las prácticas monopólicas acostumbradas por los que organizan el retorno de las librerías a la “nueva normalidad”, o los que andan tocando de puerta en puerta, para solicitar auxilio y salvación para las librerías y editoriales con el muy mexicano y reconocido expediente: convertir las pérdidas de los particulares en deuda pública, siempre con visos de heroicidad, y poesía.

¡APRENDAN A HACER NEGOCIOS CHINGAOS!

Son el reflejo del conservadurismo que mantiene en estado de hibernación al mercado de la lectura en México, desde hace treinta años.

Probar y comprobar  que tratándose de libros, la batalla por librar y ganar, es en contra los mercachifles fanáticos del “bara, bara”, de los embajadores de la Silicolonización del Mercado de la lectura, por más que se resistan a llamarle así, a algo nuevo y desconocido todavía por los “expertos” que no dejan de hablar del libro electrónico, el ecosistema del libro, del ebook y de las plataformas digitales.

Porque seguir insistiendo en empresas Editoriales y Librerías, como dos partes separadas una de la otra, en razón de que una produce libros y otra los distribuye y vende, es tanto como insistir en llamarle Computación a la Informática, hardware a los Libros y software a la Escritura y la Lectura, pero este es un tema mayor que habrá que tratarlo por separado, desglosando una a una sus partes hasta llegar nuevamente al principio de las cosas. 

A los fanáticos de la electrónica, defensores férreos del progreso improductivo  y la tecnología, les diremos que son como los sofistas de antaño: veloces y pragmáticos como Gorgias, y a la vez conservadores y reaccionarios como Platón. Ni la escritura de libros es asunto de musas e inspiraciones, ni los debates los ganan quienes “tienen más saliva para tragar más pinole”

Entonces vemos que proyectos de moda, como el 451, o las diatribas siempre convenenciera$$, barrocas, obtusas y bipolares de Jorge Carrión, o las parrafadas al viejo estilo de “tierra a los ojos” que arrojan los promotores del libro electrónico, incluso por personajes principales y sobresalientes como Gari Kasparov, lo mismo que por charlatanes de barrio, son equiparables a los discursos retóricos de los escolapios de Isócrates de Ática: rápidos pero sin sustento, ni técnica alguna.



Resulta increíble que quien se convirtió en el Campeón Mundial de Ajedrez más joven en la historia, con el coeficiente ELO que mide la fuerza del jugador, más alto y durante más tiempo consecutivo (20 años). Se dedique actualmente a ser embajador de AVAST, el software empleado para la fabricación de programas de espionaje como Pegasus, el sistema utilizado para espiar por la Policía Federal de Genaro García Luna, en el sexenio de Felipe Calderón.
Peor es que Kasparov declare que, además de ser “un optimista incorregible”… y reconocerse como el primer “trabajador intelectual derrotado por una máquina” (Deep Blue de IBM, una trampa grosera, manipulada por seis ajedrecistas “tras bambalinas”) que “defiende con fervor que las virtudes del progreso tecnológico tienen el potencial para sobrepasar los riesgos que este entraña -ganamos más de lo que perdemos-, pero es consciente de que las cosas pueden torcerse…. Las nuevas tecnologías siembre ofrecen posibilidades para la vigilancia, permiten que Estado y a sus instituciones nos espíen; pero al mismo tiempo nos permiten conseguir más libertad"… Y ¡bueno, eso pasa aún en las mejores familias!

La realidad es otra muy diferente. Podría intentar explicar el Colapso Digital afirmando categóricamente que en nuestra Librería, nadie nunca ha pedido, preguntado, menos comprado o encargado un libro electrónico. Lo mejor es que a nadie le interesan. Y LibrArte atiende una región que bien podría ser representativa del México real.


Pero mejor me apoyo en un gazapo que me ha brincado, por su claridad de análisis y el verso con que plasma sus conclusiones, hablo del de Chetumal, Juan Domingo Argüelles.
“En conclusión, los vaticinios del apocalipsis del libro en papel fallaron, y el confinamiento de las personas en casi todo el mundo, como consecuencia de la pandemia del Covid-19, vino a demostrar que, para la mayor parte de los lectores, en la llamada Aldea Global,  un libro no existe, o casi no existe, si no tiene su correspondiente soporte en papel.
Los lectores continuaron mostrando su preferencia por el libro tradicional, impreso en papel, frente al libro electrónico… La razón es muy simple: incluso en los países de mayor facturación del libro digital, como Estados Unidos (30 % de toda su producción), Gran Bretaña (22 %), China (19 %) y Alemania (17 %), el libro en papel sigue siendo dominante en la industria editorial, pues lo mismo en Japón que en España, Francia e Italia tiene una primacía de casi el 95 %, y ni qué decir al respecto de los países de América en lengua española, en los que el libro digital tiene una demanda insignificante que oscila entre el 0.5 % y el 1.5 %.
Vistas las cosas así, publicar una novedad editorial únicamente en soporte digital es condenarla a pasar casi inadvertida, especialmente en los países de lengua española… Los ingresos, tanto para los editores como para los autores, son más bien marginales, hasta hoy, tratándose de la publicación digital. Incluso los lectores muy apegados a las pantallas, esto es, a todo tipo de dispositivos digitales, compran la obra física aun si la encargan por internet.
En el caso de México, esta minoría no llega siquiera al 1 %... Pero además, el auge del ebook, en ese porcentaje minoritario… se centra sobre todo en productos de alto contenido calórico y poca sustancia alimenticia. Exceptuando los textos universitarios, lo que más se vende en el nicho electrónico corresponde a las etiquetas novela romántica, autoayuda, espiritualidad, moda, negocios, liderazgo y una buena cantidad de obras relacionadas con las series televisivas y de las plataformas de internet. Por más que no se quiera usar el término literatura rápida, esto es justamente lo que tenemos: fastbook como equivalente de fastfood.” (Juan Domingo Argüelles, “Necesidad y vigencia del libro en papel”, La Razón 26-06-2020)

Sucedió lo mismo en el tiempo y el espacio con un tema mayor, con  la Lectura, los Libros y la Poética, que Platón despreciaba, porque decía Aristocles -el de los omóplatos anchos- en el Diálogo Fedro o El Banquete, que “el libro no sabe responder a las objeciones y preguntas y es incapaz de transmitir un saber vivo y eficaz, limitándose a un simulacro de saber.”
 
La esclavitud por la Inteligencia Artificial
Que son las objeciones favoritas de la “Industria editorial” contra la prescripción selectiva y política de la Lectura por parte de las Librerías: dicen los que dicen que saben de libreros, que las Librerías no están para Fomentar la Lectura. Que su naturaleza y papel es vender lo que “quiera el cliente” y rechazan el promover (parafraseando al Maestro Gabriel Zaid, El Progreso Improductivo, Editorial Penguin Random House 2009) lo que es útil y económico, sobre lo útil pero caro, y por supuesto sobre los libros inútiles (fastbooks) aunque sean baratos y ni se diga de aquellas obras inútiles y caras (Best Sellers).

Es como si “no enseñara la técnica de hacer zapatos… sino que se limitara a ofrecer varios tipos de calzado de todas clases; pues éste daría una ayuda útil, pero no transmitiría una técnica… y así como sobre cuestiones de retórica existían ya muchos y antiguos escritos, mientras que sobre el razonar no teníamos absolutamente nada anterior que citar… Y si después de haber considerado esto, les parece que como corresponde a todas las cosas que están en su inicio, este método ocupa un lugar honorablemente al lado de otras disciplinas… no quede entonces, a todos los que han seguido estas argumentaciones “más que mostrar comprensión por sus lagunas y agradecimientos por sus hallazgos”

Así concluye brillante y humildemente “El Maestro de todos los que saben” su tratado sobre la Las refutaciones sofísticas, que contradijo absolutamente la postura de Platón, (Gorgias y Fedro) quien equiparaba a la técnica del debate, con la gastronomía y la cosmética, por debajo de la Política, la Medicina y la Gimnasia.

Retórica y Poética, dos técnicas a las que hay que pedir permiso antes de insistir en ese objeto estúpido (Arnaud Nourry, CEO Hachette Editorial) el gadget electrónico, el apocalíptico libro digital…


Librería LibrArte

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